Entre Oriente y Occidente, cuando nació Colón y desde hacía bastantes años, existía un interesante comercio que nunca desapareció. Un comercio de especias y productos de gran valor procedentes de Asia, que la Europa cristiana compraba por necesidad, la cual se relacionaba con falta de técnicas para conservar las carnes del ganado Europeo, sacrificado en otoño; dada la escases de pastos invernales, la especias eran el único producto conservante, y en Europa no había especias: ni clavo de olor, ni pimienta, ni jengibre, ni nuez moscada. Por otro lado estaba el lujo compuesto por las sedas, el perfume, algodones de la India, tapices, joyas, tintes y artículos de belleza y de farmacia. Eran productos de gran valor y escaso volumen lo que justificaba un comercio tan arriesgado. Otros productos no exclusivamente asiáticos, pero siempre bien recibido, eran los esclavos, el oro y la plata.
Este comercio entre Europa y Asia se hacía por medio de intermediarios musulmanes que transportaban estos productos por rutas terrestres hasta los puertos del mediterráneo oriental. Tan solo algunos aventureros europeos se arriesgaban a recorrer esas rutas, como fue el caso de Marco Polo (S. XIII).
Marco Polo era una excepción, porque los europeos sólo llegaban a los puertos de Egipto o de Tierra Santa; allí llegaban los productos que eran adquiridos por agentes de casa comerciales genovesas o venecianas. Esas ciudades ejercían el monopolio de los productos asiáticos y los distribuían por toda Europa a través de rutas marítimas y continentales…. “Los grandes descubrimientos” Gonzalo Zaragoza.
Ejercicio:
Lea detenidamente el texto
Subraye con azul los productos que Europa le compraba a Asia.
Con rojo las ciudades italianas que monopolizaban el comercio.
Con verde los intermediarios comerciales.
Con negro las rutas utilizadas para este comercio
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